Por Hector Williams Zorrilla, psicólogo y profesor universitario
Yo he planteado en mis libros publicados que una cosa es la experiencia de aprendizaje de amor, y que otra cosa es la experiencia vital de amor.
Todos los seres humanos pueden experimentar y compartir, e incluso intercambiar experiencias de aprendizaje de amor. De hecho, eso es lo que hacen los seres humanos con sus experiencias de aprendizaje de amor: compartirlas e intercambiarlas con otros seres humanos, la naturaleza, e incluso objetos y situaciones de la vida.
Debido a las experiencias de aprendizaje de amor, es que se desarrollan y existen las diversas formas o tipos de amor.
Por ejemplo, del objeto madre/padre nació el tipo de amor que llamados amor maternal/paternal entre los padres y los hijos. Lo mismo sucede con el amor fraternal, el amor filantrópico, el amor fileo, el auto-amor y el amor que más se enfatiza en la cultura occidental: el amor erótico o romántico.
Todos estos tipos de amor pertenecen a lo que yo denomino amores inmanentes. Estos son amores que nacen de las experiencias de aprendizaje de amor. Estos tipos de amor son socio-culturales y se aprenden en los contextos culturales en donde las personas nacen y se crian.
El amor ágape, por otro lado, es el tipo de amor que yo llamo trascendente. Este tipo de amor traspasa las esferas socio-culturales. Creo que el Dr. Carl Jung explicó muy bien este tipo de amor en sus escritos.
Ahora bien. Lo que planteo es que los tipos de amor inmanentes proceden o emanan del amor trascendente. Prácticamente todas las culturas históricas poseen una teología de amor trascendente mucho antes de aprender cualquier otro tipo de amor inmanente.
Por eso yo planteo que el amor inmanente ágape es la experiencia vital de amor, la esencia o fragancia de amor, sin la cual no podría existir ninguno de los tipos de amor inmanentes (las experiencias de aprendizaje de amor).
El amor propio o auto-amor está cerca de pertenecer la experiencia vital de amor. No es la esencia o la fragancia del amor como lo es la experiencia vital de amor, pero sin niveles apropiados de auto-amor, ninguno de los otros tipos de amor inmanentes encontrarían expresión.
Sin auto-amor, el amor romántico o erótico no puede expresarse sanamente. Lo mismo sucede con el amor fraternal, el maternal/paternal o el amor filantrópico.
Aprender a auto-amarse es la clave y la llave vital de vivir la vida de la manera que tiene que vivirse.
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