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Dr. Rick Hanson: cambiar el cerebro es cultivar la felicidad


 “Cultiva la felicidad”, Dr. Rick Hanson:

Cambiando las conexiones de tu cerebro practicando una experiencia positiva conscientemente a la vez

(Hector Williams Zorrilla: Podemos cambiar las conexiones pesimistas, de pensamientos negativos (sesgo de negatividad), practicando y saboreando nuestras experiencias positivas por un mínimo de 30 segundos. Tenga experiencias positivas a propósito, disfrútelas por 30 segundos, y eso será suficiente para cambiar sus conexiones cerebrales poco a poco, y transformarse en una persona positiva (sesgo de positividad).

El psicólogo y terapeuta Rick Hanson ha escrito un libro acerca de ciertas estrategias para promover una vida feliz y armoniosa en el mundo de hoy. Cualquier hallazgo en esta línea siempre será bienvenido.

Este libro es sobre una cosa simple: el poder oculto de las experiencias positivas de cada día para cambiar tu cerebro –y en consecuencia tu vida- para mejor (...) 

Trata acerca de transformar experiencias en mejoras duraderas en tu red neural.

La antigua sabiduría ya tenía en cuenta algunas de estas estrategias, y ahora se profundiza en ellas gracias, en buena parte, a los descubrimientos de la psicología.

La actividad neuromental repetida deja cambios duraderos en la estructura neural: es lo que se llama la neuroplasticidad dependiente de la experiencia.

“Actividad neuromental” es lo que hacemos simplemente pensando, observando, juzgando, recordando. 

Pero solemos hacerlo con determinados “estilos de pensamiento”: con pesimismo u optimismo, con desconfianza o benevolencia, con despreocupación, con irritabilidad... 

Estos estilos de pensamiento pueden renovarse, innovarse y finalmente perderse por desuso, como sucede con los ejercicios musculares. 

La experiencia de la repetición frecuente es la que asienta un estilo determinado, mientras que las conexiones [neurales] menos activas se marchitan en un proceso llamado a veces darwinismo neural: la supervivencia del más atareado.

Uno puede tomar buenas costumbres a partir de experiencias positivas. 

Pero no siempre tenemos a mano suficientes experiencias positivas, así que lo inteligente es sacar el mayor partido posible a las que tengamos. A veces estarán alejadas en el tiempo y tendremos que recordarlas. Incluso a veces tendremos que recurrir a la imaginación si hemos de inventarlas para disponer de ellas. Pero siempre valdrá la pena.

En esencia lo que harás con las prácticas de este libro es simple: convertir las buenas experiencias de cada día en una buena estructura neural. 

Más técnicamente: activarás estados mentales y después los instalarás como rasgos neurológicos (...) 

Al hacer esto, estarás superando el sesgo de negatividad: el cerebro es bueno en aprender de las malas experiencias, pero malo en aprender de las buenas.

Es muy importante tener en cuenta el “sesgo de negatividad”: por instinto de supervivencia tendemos siempre a ponernos en el peor de los casos, a desconfiar y a ponernos a la defensiva... 

Para conseguir que los demás hagan lo que se les pide o exige, se suele decir que les pueden hacer marchar a palos u ofreciéndoles zanahorias. Ése es el trato que solemos recibir del entorno, social o no (amenaza o incentivo), y se suele opinar que lo primero es lo que más nos afecta...

Desde un punto de vista de la supervivencia, los palos tienen más urgencia e impacto que las zanahorias. 

Si fallas en conseguir una zanahoria hoy, tendrás otra oportunidad de conseguir otra mañana, pero si fallas en evitar el palo hoy, entonces no habrá nunca más zanahorias (...) 

[Por eso] reconocemos los rostros furiosos más rápidamente que los felices (...) El sesgo de negatividad se inclina hacia la supervivencia inmediata, pero contra la calidad de vida, las relaciones pacíficas y plenas, y la salud mental y física duraderas. 

Éste es el sistema por defecto propio del cerebro de la Edad de Piedra.

Pero ya no estamos en la Edad de Piedra. 

Vivimos en una época de abundancia material gracias a la tecnología. Hay para todos... si nos ponemos de acuerdo en distribuir lo mucho de lo que se dispone, y por eso, hoy en día, el principal obstáculo a la felicidad es nuestro propio comportamiento egoísta, agresivo y desconfiado. 

Por ello, si nos acostumbráramos a comportarnos de forma benevolente, amable e inteligente, todos nos beneficiaríamos, mientras que en la escasez de la Edad de Piedra el egoísmo y la rapacidad valían mucho más la pena.

Debido a este sesgo de negatividad con el que hemos nacido, que está en nuestros genes, resulta que “acostumbrarse” a nivel neuromental a la cooperación, la benevolencia, la generosidad y el afecto requiere cierta ejercitación. Puede conseguirse.

La ciencia de la neuroplasticidad dependiente de la experiencia muestra que cada persona tiene el poder de cambiar su cerebro para mejor.

Hay formas sencillas... y también podemos acumularlas y complicarlas para hacerlas más efectivas.

Este libro trata acerca de hacer crecer tus fuerzas internas mediante experiencias positivas, lo que viene a ser “instalar” la felicidad [en nuestras mentes].

Tomando el lado bueno de las cosas, te haces más capaz de afrontar lo malo.

Cuando introduces las buenas experiencias en tu cerebro –cuando construyes el sentido de ser apacible, satisfecho y amado- tu bienestar se hace cada vez más incondicional.

Entrenar el cerebro para la felicidad y la bondad. 

Magnífica idea, no especialmente nueva, pero que ahora queda demostrada mediante experimentos de psicología social. Y si se añaden técnicas organizadas podríamos obtener un mayor rendimiento de tales estrategias.

Con habilidad y esfuerzo, creamos estados mentales benéficos. Cada vez que esto sucede, es bueno en el momento. 

Sin embargo, en la mayor parte de los casos, no tomamos consistente y sistemáticamente los segundos extra para instalar estas experiencias en el cerebro.

Porque el cerebro tiene sus reglas: vivir una experiencia es una cosa, pero almacenarla adecuadamente para que nos sirva a efectos de la “neuroplasticidad” es una cosa diferente.

Para comprender estas ideas (...) las he destilado en cuatro simples pasos (...)

(*HEAL en inglés*)

1. tenga o practique una experiencia positiva. 

2. Enriquézcala y disfrute la experiencia.

3. Absórbala y haga la experiencia suya.

4. Enlace el material positivo y negativo de modo que lo positivo alivie, y entonces reemplace lo negativo.

Mientras más experiencias positivas tengamos, obviamente mejor. Y cuando las tengamos, sean pocas o muchas, hemos de sacarles el mayor partido.

Enriquecer [una experiencia positiva es] estar con la experiencia positiva de cinco a diez segundos, o más tiempo.(...) Alentar suavemente la experiencia para que sea más intensa. Hallar algo fresco o nuevo sobre ello. Reconocer cómo es de personalmente relevante.

Pequeños trucos que todos podemos relacionar con nuestras vivencias sentimentales...

Recogía un pequeño objeto del jardín y lo ponía en mi bolsillo. Cuando comenzaba a sentir la incómoda ansiedad, sostenía el objeto, recordando cómo me sentía en el jardín.

Puedes también usar tu “cine” interior para imaginar hechos buenos que nunca han

sido reales. En el fondo del centro de memoria emocional de tu cerebro, las experiencias imaginadas construyen estructuras neurales mediante mecanismos similares a los que usan las experiencias vividas verdaderas (...) 

Tú sabes qué es verdad. Tú solo lo sufres menos.

Los trucos pueden llegar más lejos. 

Particularmente en el caso de lo que se propone de “enlazar” lo negativo con lo positivo. Veamos un ejemplo:

[Cuando era niño] mi abuela era cruel y [una vez] me había expulsado fuera de la casa y me dijo que las vacas del vecino me iban a comer y otras historias absurdas que me aterrorizaban. 

Yo mantuve en la mente de forma repetida la experiencia adorable de mis perros saltando sobre mí y lamiéndome con amor incondicional, mientras también recordaba ese momento doloroso con mi abuela. 

¡Funcionó! Ahora no puedo pensar en mi abuela sin pensar en mis perros. El viejo recuerdo se difumina reemplazado por alegría y amor. 

Éste es el cuarto paso de tomar el lado bueno de las cosas: al enlazar lo negativo y lo positivo están inyectando directamente “medicina” a lo que anda mal en tu mente, en la red neural donde están arraigados el dolor y el desasosiego. 

Este enlace puede parecer exótico o arriesgado pero en realidad es natural (...) Primero, tienes que ser capaz de retener en la mente dos cosas a la vez. 

Segundo, no te puedes permitir a ti mismo ser dominado por el material negativo. En consecuencia, recomiendo que no uses este método para el agujero negro central del trauma (...). 

Tercero, necesitas mantener el material positivo como más prominente. De lo contrario podrías ser sometido por la negatividad.

Alguien podrá preguntarse si estas estrategias son tan efectivas como el autor –un terapeuta- presume. 

Bueno, tal vez no funcionen siempre, ni de la misma manera ni a todo el mundo por igual, pero nos aportan ideas y parecen prometedoras. El que tenga una idea mejor, que la proponga... 

La propuesta de Hanson, de “cultivar lo bueno” o “la felicidad” resulta comprensible, da mucho de sí...y no olvidemos que va en el mismo sentido que la conocida terapia cognitivo-conductual.

Muchos estudios demuestran los beneficios de la terapia cognitiva centrada en el cambio de pensamientos para mejor.

De lo que se trata, en suma, es de asumir que podemos participar en nuestra propia transformación de la personalidad. Siempre existirán pautas innatas insuperables, pero haciendo uso de buenas estrategias, de un entorno que podamos modificar y del apoyo de nuestros semejantes es razonable esperar que obtengamos buenos resultados.

Cada uno de los sistemas operativos de tu cerebro tiene esencialmente dos modos: de respuesta y reactivo (...) 

Cuando te sientes satisfecho, tu sistema de recompensas por aproximación cambia a su modo de respuesta, con sentimientos tales como gratitud, alegría, satisfacción y contento. (...) 

En el modo de respuesta, te enfrentas a los desafíos sin que causen estrés. (...) [Por el contrario] el modo reactivo asume que hay exigencias urgentes, así que no se preocupa por tus necesidades a largo plazo. (...) 

Los recursos del cuerpo [se lanzan mediante] la adrenalina y el cortisol a través de la sangre, y el miedo, la frustración y la ira inundan tu cerebro (...) 

Estas dos maneras en las cuales opera el cerebro, de respuesta y reactivo (...) son el fundamento de la naturaleza humana.

Conocer estas pautas generales de la conducta –ya vimos antes el sesgo de negatividad- nos ayuda a prevenir actuaciones propias que más adelante habríamos de ver como inadecuadas. 

El modo de respuesta en general supone una buena actitud a cultivar, tanto como la construcción de “cultivar lo bueno” o como el tener en cuenta la existencia muy prosocial de la alegría altruista.

Alegría altruista, la felicidad por la buena fortuna de otros O la distinción importante entre deseos y pulsiones.

La gente puede (...) querer desear algo sin que le guste, como los que he visto manejando la máquina tragaperras una y otra vez en el casino sin que parezca que se preocupen si da resultado o no.

Es posible, por tanto, utilizar la razón para cultivar los mejores sentimientos y la mejor conducta. Lo mejor para uno mismo y para otros. 

**Crédito: buenas ideas 21 blogspot


 

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